Tezcatlipoca Negro
Tezcatlipoca fue dios de la primera edad (o sol), y también quien se convirtió en
estrella para luego transformarse en fuego. Era el dios de la noche y tenía el
don de ser invisible a los ojos humanos y observar cuanto sucedía a través de
un espejo de obsidiana; estaba en todas partes y leía el pensamiento de los
hombres. Era el dios creador y destructor: dador de riqueza, pero también
causante del fracaso y la ruina.
Los dioses sabían que al hombre le gustaba el
misterio, lo fantástico y onírico, y en obsequio crearon para él un mundo de
ilusión que habitarían los dioses Yohualtecutli, dios de la noche y señor de
los sueños, junto con Yóhuatl, señora de la noche. Era el mundo llamado
Mexauhámatl.
Gracias a ellos, los hombres podrían crear en
su mente un mundo a su vez maravilloso y lleno de ilusiones…
Quetzalcóatl quería que los hombres fueran
felices con ese mundo interno, forjador de ilusiones. Tezcatlipoca, en cambio,
pensaba que era un error crear ese universo y conceder a los hombres más
bondades. Para él, la humanidad debía tener fe, desear la protección y guardar
temor a lo oculto. Había de crearse un mundo de seres misteriosos, donde el
hombre no se sintiera privilegiado y orgulloso, sino que respetara las cosas
que no estuvieran al alcance de su comprensión.
Los dioses escucharon a Tezcatlipoca y
acordaron crear un universo de sombras y fantasmas, donde él sería el primer
fantasma.
Por las noches, en el silencio más total,
cuando todos los seres dormían, Tezcatlipoca (que tenía la cualidad de hacerse invisible) dejaba su morada para
golpear con un hacha cuando se le pusiera enfrente, y el ruido era similar al
que hacían los leñadores al cortar los árboles.
En otras ocasiones tomaba forma su cuerpo y
deambulaba sin cabeza, o se convertía en hombre búho y cantaba de un modo
siniestro, pues con sus cantos anunciaba la muerte.
Cuando los dioses
hermanos de Tezcatlipoca se dieron cuenta de la gran variedad de seres malignos
que éste había creado, pensaron que no era bueno que ellos aterrorizaran a los
habitantes de la tierra y se pusieron a crear seres buenos que contrarrestaran
la misión de esa multitud de fantasmas que aparecían en la oscuridad.
Quetzalcóatl,
Huitzilopochtli y Comaxtle, dioses benéficos, crearon señores de noble corazón
como:
Achane, “El que
tiene su morada bajo el agua”, protector de las aguas.
Chaneque, “Señor
pequeño habitantes de cascadas y ríos”, amigo alegre del hombre.
Sahántil, “Señor de
los Acantilados”.
Tlaloquíchpil,
“Pequeño varón que es hijo de la tierra”.
Cuauhshihua, “El
guardián de los bosques”.
Y muchísimos otros
seres protectores de los hombres.
Los cuatro hijos de
la pareja divina crearon el reino de lo invisible más grande que el mundo real
que rodeaba al hombre, Y ese mundo más extenso fue poblado por infinidad de
seres que tenían como misión unos provocar miedo y otros repartir cuidados y
protección.
Fuentes:
Nélida Galván – Mitología Mexicana para
niños.
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