Opochtli
Una vez que
Tezcatlipoca y Quetzalcóatl formaron la tierra, el agua tomó su cauce y fue
buena; se llenó de espumas y olas como montes y colores jamás vistos. El agua
tenía vida y por eso habitaban en sus profundidades animales preciosos e increíbles,
fantásticos, como no los hay en tierra.
Huayaucatlan era el
mundo del agua salada y mala para consumir por el hombre; era el océano, y
Opochtli uno de sus dioses, el dios de la pesca. Huayaucatlan era el “mar de
los ancianos” por su espuma blanca que recordaba la cabeza cana de los
ancianos, pegado a las costas donde reinaba Chalchiutlicue, diosa del agua.
Al mundo de las
aguas le dieron por dios a Ilhuicácatl, “agua que se junta con el cielo”,
porque el horizonte parece besar el cielo y esconder entre sus aguas al sol en
el ocaso.
Al mar también le
llamaba Ucyéatl, “animales en movimiento”, allí vivían todo tipo de peces bueno
para el hombre, y crearon así al dios Opochtli, dios de la pesca, los hombres
lo alaban ofreciéndole maíz verde, cañas de humo con tabaco, incienso blanco,
sonajas y báculos con cascabeles.
Opochtli se los
agradecía cuidando a los pescadores de la repentina violencia del mar y
renovando los peces para que jamás faltaran.
Además, los dioses
crearon otros mundos bellos de agua dulce, distintos del agua salada. Mundo de
agua dulce buena para calmar la sed de todos los seres habitantes de la tierra,
agua buena para las plantas y flores- Así crearon los Atóyatl, “ríos grandes de
agua, que va corriendo con gran prosa, agua apresurada en correr”. “Agua
brotada de profundas fuentes”, “agua como pluma verde roca”, tan fina “agua de
fuente vergonzosa, que cuando se le mira deja de manar”, “agua que mana
suavemente, el manantial”, “agua de arena, agua muy buena y “el agua de la laguna”.
Y estos mundos de
agua, por la voluntad de los dioses fueron poblados por muchos peces de agua
dulce, peces blancos, camarones, ranillas, peces de ríos y manantiales, peces
pequeñitos, charales, ranas grandes y tortugas.
También crearon en
estas aguas seres bellos, como la flor de espuma, las flores que nadan. Y
creados los seres que formaron el mundo del agua dulce y buena, y del agua
salada y mala para beber, pensaron entonces que esos seres constituirían un
buen alimento para el hombre, y crearon un dios de la pesca, llamado Opochtli.
Los dioses dieron
al hombre el alimento de la carne de los animales terrestres y animales del
agua, y Opochtli al instante inventó el remo y los lazos para atrapar aves, la
red y los instrumentos para pescar, y por tales favores los habitantes de la
tierra le ofrecían maíz verde, cañas de humo con tabaco, incienso blanco,
sonajas y báculos con cascabeles, además de abundantes palomitas de maíz, que
eran como granizos atribuidos a los dioses del agua.
Fuentes:
Nélida Galván – Mitología Mexicana para niños.
Comentarios
Publicar un comentario