Los cuatro soles
Cuando los dioses ya habían creado la tierra, el agua y el fuego,
los otros dioses de la región de los muertos, llamada Mictlán, se pusieron muy
contentos por todo lo creado. Pero se dieron cuenta de que el sol no les había
quedado bien pues alumbraba muy poquito y no calentaba.
Entonces se reunieron para ponerse de acuerdo y crear de nuevo el
sol.
El dios Tezcatlipoca Negro tomó la palabra y dijo a todos que se
ofrecía para ser el sol. Y empezó a alumbrar la tierra. Pero Quetzalcóatl al
verlo, sintió deseos de ser quien alumbrara el mundo. Corrió hasta donde estaba
Tezcatlipoca Negro y le dio un fuerte golpe para que cayera del cielo.
Cuando Quetzalcóatl vio que su hermano caía al agua, se hizo sol;
pero Tezcatlipoca, que tenía el poder de convertirse en tigre, lo derribó de un
zarpazo y luego se comió a unos gigantes que vivían en la tierra.
Muy enojado, Quetzalcóatl soltó los vientos y ciclones, la gente
corría asustada por todos lados y decía:
- Si fuéramos animales, podríamos huir a los montes.
Al escuchar los dioses aquellas palabras, los convirtieron en
monos.
Los dioses como ya habían inventado dos veces al hombre, estaban
muy desanimados, cuando de repente Tláloc les dijo:
- No se preocupen, queridos hermanos. Yo seré el sol.
Y en seguida alumbró la tierra. Todo parecía marchar bien. Pero
Tláloc, que era el dios de la lluvia, hizo que empezara a caer fuego, los ríos
eran llamas que salían de los volcanes.
Los hombres gritaban por todas partes:
- ¡Ay, si fuéramos pájaros, para alejarnos de este calor!
Y los dioses confundidos por todo el desorden, convirtieron a los
hombres en gaviotas, golondrinas, cenzontles, y en aves de todos tamaños y
colores para que se salvaran.
- ¿Qué hacemos, hermanos? – dijeron los dioses.
Y entonces Quetzalcóatl propuso a Chalchiuihtlicue, diosa del
agua, para que fuera el sol; pero tampoco dio resultado, pues sólo logró
inundaciones y lluvias.
- ¡Ay, si fuéramos peces! – gritaban los hombres.
Y los dioses los
convirtieron en peces y en todos los animales que existen en el agua de los
mares, lagunas y ríos.
Como llovió por días y días, el cielo cayó sobre la tierra.
Quetzalcóatl y Tezcatlipoca se transformaron en árboles para levantarlo, pero,
seguían muy tristes porque habían fallado en su intento de crear al sol, además
habían terminado con el hombre.
Fuentes:
Nélida Galván – Mitología Mexicana para
niños.
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